La economía, en general, y las teorías del desarrollo, en particular, no proceden por acumulación, como la física o la astronomía, donde la contribución de cada científico se suma al acervo común y, conforme a la famosa metáfora de Isaac Newton, uno va subiéndose a hombros de los gigantes que lo han precedido. En economía opera, por el contrario, una ley del péndulo y es frecuente que a una generación liberal siga otra intervencionista. Sucedió cuando el keynesianismo dio paso al monetarismo en la década de 1970, o cuando la sustitución de importaciones fue relevada por el consenso de Washington en los años 80, y ahora vuelve a darse un fenómeno parecido. Estamos viendo cómo el entusiasmo en favor de la globalización y del mercado libre de hace unos años va poco a poco diluyéndose, al tiempo que emerge una actitud mucho más cauta o abiertamente proteccionista.